Tras la muerte del príncipe Felipe de Edimburgo, esposo de la Reina Isabel II, el viernes pasado a los 99 años de edad, la fortuna que dejó se ha convertido en un tema de interés, así como el nombre de su heredero absoluto.
De acuerdo con la información de la revista Vanity Fair, la fortuna del duque está estimada en unos 12 millones de euros (unos 14,3 millones de dólares) y aunque que parece una cantidad nada despreciable, para los miembros de la corona no representa una suma de interés.
Cuando el príncipe Felipe se casó no era rico a diferencia de otros miembros de la realeza británica. Su familia fue destronada en Grecia y debieron exiliarse, por lo que las pocas joyas que pudieron llevar consigo fueron usadas para el regalo de compromiso de la reina Isabel II.
Felipe de Edimburgo no tenía negocios propios, cobraba un sueldo público, fijado por la Ley de Subvenciones Soberanas de 2011, que introdujo el pago anual que el gobierno le otorga a un monarca para financiar sus deberes oficiales. Felipe recibía 359 mil libras esterlinas al año (493 dólares).
Cabe señalar que aún después de alejarse de la vida pública en el 2017, el Duque de Edimburgo seguía cobrando ese salario.
La publicación señala que otros ingresos del príncipe Felipe provenían de lo que la Reina Isabel II le daba parte del dinero que recibía del Ducado de Lancaster, la cartera de posesiones, fondos y bonos, que representan el mayor ingreso de la reina más allá de la asignación pública.
Las obras de arte de Felipe de Edimburgo
Si bien la fortuna del duque de Edimburgo no es del interés de la corona, las obras de arte del fallecido sí lo son, ya que a lo largo de su vida pública recibió obras de arte de toda la Commonwealth, lo que incluye una importante colección aborigen.
Felipe de Edimburgo era un aficionado a la pintura, le apasionaba el paisajismo y el arte figurativo. Uno de sus mayores hobbies era comprar obras para el Royal Collection Trust, la institución de la Corona que lleva las adquisiciones de cuadros, arte y decoración para las residencias reales y otras dependencias monárquicas.
Durante sus años de vida, el príncipe adquirió una gran colección de cuadros de su mentor, el artista Edward Seago, quien le enseñó a pintar y le regaló una importante colección suya antes de morir en 1974.
Si la familia real buscara rematar las pinturas de la colección del príncipe, no obtendría muchos recursos, ya que el valor de los cuadros de Seago en las subastas va de los mil hasta 40 mil euros.
No obstante, en el caso de las obras hechas por el príncipe Felipe, las cuales retratan el día a día, de la reina y su familia, sí podrían ser codiciadas y bien pagadas pero no se encuentran a la venta.
¿Quiénes serán los herederos?
Tanto por tradición como por conveniencia, la heredera de los bienes de Felipe sería la reina Isabel II. La costumbre señala que el fallecido deja sus bienes en manos de la persona más cercana para que ésta lo reparta.
Asimismo, existe una cláusula por la cual pueden evitar pagar el impuesto a las sucesiones británico, que podría suponer hasta el 40% de la fortuna de Felipe, que dice que cuando la herencia queda de “consorte de soberano a soberano”, o “de soberano a nuevo soberano”.
Este beneficio fue usado cuando murió la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, en 2002. Toda su fortuna quedó en manos de su hija Isabel y ella la habría repartido entre sus familiares.
Por su parte, se sabe que la reina al morir podría heredar todo su capital a su primogénito el príncipe Carlos de Gales, heredero a la Corona, sin contribuir al tesoro público del país.
En cuanto a la herencia nobiliaria del duque Edimburgo será destinada al príncipe Eduardo, el menor de los cuatro hijos de la pareja real. De esta manera, el conde de Wessex recibiría también los títulos subsidiarios asociados a este ducado, como conde de Merioneth y barón Greenwich.
