El relevo de la antorcha de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 finalizó este viernes en una ceremonia a puerta cerrada por la covid-19, horas antes de culminar su papel con el encendido del pebetero en el Estadio en la ceremonia de inauguración. El actor de teatro kabuki Kankuro Nakamura, destacada figura de las artes escénicas japonesas, fue el último relevista en recibir la llama y el encargado de protagonizar el encendido simbólico de un pequeño pebetero, como en otras ceremonias similares que han tenido lugar a lo largo del recorrido por el país por la pandemia.
Nakamura fue uno de los 31 "corredores" participantes en el evento celebrado frente al ayuntamiento del Gobierno Metropolitano de Tokio, donde el relevo tuvo lugar durante 15 días prácticamente a puerta cerrada, salvo en algunas zonas más alejadas del bullicioso corazón de la ciudad, que se encuentra actualmente en estado de emergencia sanitaria.
El actor, que protagonizó durante 2020 una importante telenovela en el país metiéndose en la piel del corredor de maratón Shiso Kanakuri, recibió la llama precisamente de Yohei Yagi, corredor de maratón ciego. También participaron el presidente del Comité Olímpico Japonés (COJ), Yasuhiro Yamashita, o la japonesa Himari Torii, que no pudo asistir personalmente a la ceremonia y lo hizo a través de un robot con una enorme pantalla que retransmitía en directo su imagen de cuerpo completo y con un brazo mecánico que sostenía la antorcha.
El acto es una ceremonia de encendido en la que los participantes encienden sus antorchas mediante el "beso de la antorcha" (torch kiss) y en la que finalmente se enciende un pebetero. Se supone que el público tendría que haber asistido a estos actos, antes de que los contagios repuntaran y se prohibiera su presencia.
Un amplio dispositivo policial fue desplegado en las inmediaciones del lugar, donde decenas de personas esperaban el paso por los cielos del escuadrón de vuelo acrobático Blue Impulse de las Fuerzas de Autodefensa (ejército) de Japón. Los aviones militares dibujaron los anillos olímpicos en el cielo nuboso de la capital, horas antes de la ceremonia de inauguración.
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