Carta a mi padre golpeador: Te perdono por el daño que me hiciste

Esos malos momentos quedaron en el ayer y nunca dejarás de ser mi padre.

Padre, te escribo esta carta para decirte que no te guardo rencor después de todo, ahora que he crecido veo las cosas de otra manera. A lo largo de los años he conocido a gente maravillosa que me hizo sanar esas heridas de la infancia y no me juzgan, incluso aprendí a perdonarte.

Yo sé que haz de pensar que soy una exagerada y que los golpes que me diste no fueron hasta sangrar o dejarme marcas, pero me dolieron y asustaron mucho en su momento.

Antes fingía estar bien, que nadie pudiera notar lo que vivía en casa para que no vieran lo sensible que era y se burlarán de mí. Era bastante lo que sufría y no quería que alguien más pudiera ser mala persona conmigo.

Hay días que esos miedos se apoderan de mí, cosas que para la gente son normales y para mí no, pero esto es por todo aquello que viví. No te culpo, pues sé ahora que tus miedos, traumas y dificultades de vida te llevaron a ser así conmigo, tampoco te justifico, pero entiendo ahora que soy grande.

Recuerdo esos días que pasé y lo que sufrí, cuando llegabas enojado incluso borracho y te desquitabas conmigo y con mamá. El miedo que me daba escucharte gritar y empezar a tirar o botar cosas, y si la respuesta a lo que preguntabas o querías no te agradaba iniciaban los golpes. 

A pesar de todos esos malos sabores de boca me hiciste una mujer fuerte, pues no creo en alguien más que no sea yo, porque que me puedo esperar de alguien más si mi padre que era la persona que me tenía que cuidar y proteger fue mi mayor fuente de terror y miedo.

Aún así quiero que sepas que te quiero y que pues todo esto que te cuento ya quedó en el pasado y no te dejare de querer, pues siempre serás mi padre.

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