A veces me cuesta entender el amor que te tengo. Porque, la verdad, no lo puedo explicar, no lo puedo dimensionar. Es increíble como la vida me puso en tu camino desde el día cero. Pero es aún más increíble la manera en la que automáticamente sabes si me pasa algo.
Ese sexto sentido que solo tú tienes cuando me acuerdo, ha estado toda mi vida. No me imagino ni un día en el que no estés. Agradezco todo lo que has hecho y haces constantemente por mí, por ser mi apoyo incondicional, incluso las veces que ya no puedes más.
En esta carta quiero que sepas lo mucho que te quiero y lo agradecida que estoy contigo por ser siempre mi soporte aun cuando tú ya no puedes más. Gracias por todos aquellos consejos que me ha regalado y me han servido de por vida.
Sé que hay cosas que hago que no son de tu agrado, e incluso he llegado a decepcionarte, pero nunca es intencional hacerte sentir mal simplemente, no siempre he tomado las mejores decisiones.
Perdóname por todas las veces que te hable mal, por todas las que te levante el tono, por todas las veces que no me importó tu opinión, por todas las veces que no te presté atención.
Perdóname por no ser el hijo que mereces. Por no decirte que te quiero todos los días, por no demostrarte siempre que te amo, por haberte decepcionado, por haberte ofendido.
Quiero que sepas que tú eres y siempre serás lo más importante y valioso que tengo en esta vida. Pues, más allá de cumplir tu papel de madre, que lo has hecho muy bien, me has ayudado a hacer una mejor persona. Una buena hija, una buena amiga y una buena persona.
Solo quiero que sepas que te quiero y simplemente gracias por apoyo. Gracias por ser la mejor mamá siempre.