Hay muchas personas que cuando no han comido en todo el día se ponen en un estado de ánimo realmente complicado; dicen y hacen cosas que lastiman a quienes tienen a su alrededor, pero sorprendentemente parece que no son ellos, sino una fuerza externa.
Se ha encontrado que muchas de las emociones que tenemos a diario se ven ligadas a la alimentación de cada individuo. No experimenta del mismo modo un día de estrés alguien vegano a quienes tienen dietas ricas en proteína o los que de plano comen pura chatarra.
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Antes de explicar el porqué de este fenómeno, vale la pena mencionar que hambre no es lo mismo que apetito o antojos. La primera es la necesidad fisiológica del cuerpo, mientras que lo otro solo es una condición pasajera que se manifiesta de diferentes formas.
Las principales razones por las que te puedes sentir enojado cuando tienes hambre son:
- Cuando el cuerpo pasa más horas de las que debe sin alimento, el azúcar y la glucosa empiezan a moverse, así que empiezan a soltarse sustancias como la adrenalina para compensar esos cambios, lo que provoca que nuestro humor se haga más complicado.
- Asimismo, el déficit de nutrientes en el sistema provoca que el cerebro sufra ciertos cambios que lo imposibilitan en tareas que parecieran sencillas, pero no lo son, como concentrarse o incluso algunas actividades psicomotrices, lo que provoca frustración.
- Una dieta alta en azucares y grasa puede provocar que, después de comer, el estado de ánimo se vea alterado drásticamente, por eso cuando es procesado por el cuerpo, algunas personas pueden sentir un “bajón” que los hace estar más irritables que de costumbre.
Lo mejor para evitar todo esto es estipular horarios desayuno, comida y cena con sus respectivas colaciones y no olvidar tomar el agua necesaria de acuerdo al cuerpo de cada quien. De igual manera, acudir con algún especialista que pueda aconsejar qué ingerir.
